Vivía en mi monoblock. Sencillo, alegre, su sonrisa amable.
Un buen chico. Siempre me saludaba. Era grande su sensibilidad. Yo a las noches, escuchaba sus grititos.¿Qué le pasaría?. Pobrecito. Damian, se llamaba. Lloraba. ¿Qué le pasaba?. Damian, era golpeado. Por su madre. Lo maltrataba. Pero yo un día le dije:
.-Te doy esta piedra de color amatista.
Y al tiempo, se fueron de su casa. Se mudaron. El, su madre y su familia. Creció, y el niño de cristal, ya no está mal.
El amatista fue la cura.
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